Susurros [Libre]

Resulta mucho más cómodo andar entre los que en paz descansan. No molestan con sus quejas, ni critican con sus miradas, ni buscan hundirme con sus palabras y gestos. Solo yacen bajo la tierra descomponiéndose y llegando a formar parte de ella, en paz eterna consigo mismos. Los envidio, los envidio mucho. Si tan solo pudiera cerrar los ojos yo y perderme en la oscuridad pacífica en lugar de las tormentosas palabras dictadas día a día. Si pudiera hacer de ellas susurros insonoros durante unas horas de mi vida. Estaría bien, supongo.

Los pasos de la muchacha resultaban inaudibles en el gran bosque de lápidas, las grandes piedras absorbiendo cualquier vibración creara por la misma. Tal vez, si se agudizaba el oído, se lograba escuchar la acompasada y tranquila respiración necesaria, pero aparte de ello la escena se presentaba de lo más tundral. Frío y silencio, tenebrosidad y muerte. El paraíso para la joven.

Tras andar unos cuantos metros más, encontró un alto árbol bajo el cual sentarse, su mirada perdida en la extensa y decadente maleza pétrea. Por desgracia, su maldita conciencia no sabía del concepto descanso, una vez hubo centrado su mente en nada las palabras de odio, rencor y desdicha poblando como sonoros gritos cada neurona que poseía. Agitó la cabeza levemente, deseando que el acto cancelase el sonido insonoro, mas tan solo acarreó su aumento progresivo.

¿Alguna vez no he escuchado esto?

Se ahobilló bajo el frondoso árbol, ocultando su rostro entre su melena azabache y sus delgados brazos, deseando ser invisible para el mundo que la rodeaba, y, tal vez así, para su cruenta mente.